Omar Sosa
El espíritu del momento

Otros especiales
  "La banda de Omar Sosa no ensaya" me advierte alguien antes de ir a entrevistarlo, cosa que me confirma el músico vestido de blanco. Después de años trabajando juntos, conociéndose, cada músico sabe lo que tiene que hacer. Su grupo está compuesto por gente que vive en diversas partes del mundo: San Francisco, París, Alemania, Holanda... En su piso del Barri Gòtic de la capital catalana, escribe actualmente la sinfonía Padres, que junto con Prietos, de reciente lanzamiento, y Puros, el segundo de la saga contemplado para el año que viene, completa su segunda trilogía (la primera la integran los discos Roots, Spirits of the Roots y Bembón) con las que propone un viaje de retorno a África. A su África..
 
Una grabación es la expresión del momento, en el caso de que sea en estudio, la esencia de ese espacio es lo que queda "Una grabación es la expresión del momento, en el caso de que sea en estudio, la esencia de ese espacio es lo que queda. Por ejemplo en el disco Bembón cuando canta Papá Roncón; o con Rosita cuando hizo un canto tradicional de las negras esmeraldeñas que usaban en sus viajes por el río Santiago. Era como una controversia: se animaban una a la otra diciendo: El canalete de la Paula tiene punta y no le ronca, y la otra le decía Por aquí pasa y no me habla, eso a mí poco me importa.
Teníamos grabada una base con una línea de Jeff, el bajista, con la que estábamos probando el tape. Salí a a escucharla y en ese momento llegan las viejas y me dicen: 'Tenemos unas cancioncitas...'. 'Arriba, mi vieja, ¿qué es lo que tiene?' le digo yo. 'Había una historia de una tradición que se ha perdido...' me cuentan y empezaron a cantar ese tema. Ahí mismo empezamos a grabar. Es decir, hay que agarrar el espíritu del momento".
 
 

Ecuador y Bembón

 
Yo tengo la dicha del Señor, de los espíritus y de los ancestros, la Ocha y los orishas, de tener un equipo de gente que hace posible que el mensaje llegue de una manera limpia, directa y clara, que es lo importante. Estos músicos van a donde quiera con el alma, al igual que yo

En Ecuador, antes de vivir en Estados Unidos, trabajé con Koral y Esmeralda, un grupo de música afro ecuatoriana, y con Entre Noz, un grupo de jazz que teníamos -el conguero era colombiano, el saxofonista, alemán, el baterista, chileno, el bajista y el guitarrista, ecuatorianos-. Era emocionante porque ensayábamos casi cada día de las 9 de la mañana hasta las 6 de la tarde, durante varios meses, para tocar un día, compadre. ¡Y el día que tocamos fue un desastre!
Bueno, no exactamente, porque sería faltarle el respeto a ese día. El problema fue que teníamos mucha hambre y había tres mil personas. Gonzalo Rubalcaba había empaquetado La Casa de la Cultura. Abrimos con muchas ganas y fue una descarga, más que de música, de energía. A mucha gente le gustó. En Prietos hay un tema, Sleeping Lion, que tocábamos ahí.

El disco Bembón fue grabado en Ecuador. Cuando lo hicimos, al saxofonista se le perdió el pasaporte y no pudo llegar a tiempo. Nosotros no podíamos retrasar, así que comenzamos sin él. Dejamos el espacio y decíamos "Ahora hay que imaginarse el sólo de Sheldon, ¿Ok?" Por eso en ese disco no salieron demasiados. Lo incorporamos después en Estados Unidos.

Lo de grabar en Ecuador no fue un problema a pesar de todas las dificultades que hubo -aparte de las manifestaciones por los problemas políticos que había en ese momento en Ecuador, había entrado en erupción un volcán cercano y los aeropuertos estaban en emergencia-.
Yo tengo la dicha del Señor, de los espíritus y de los ancestros, la Ocha y los orishas, de tener un equipo de gente que hace posible que el mensaje llegue de una manera limpia, directa y clara, que es lo importante. Estos músicos van a donde quiera con el alma, al igual que yo. Y no importa si rompo con cánones estético o artísticos. Claro, es necesario conocer los patrones, porque si los rompes, tú tienes que saber porqué. hay que tener clara la base.

 
  Transmitiendo mensajes  
De Coltrane... de Miles... Hay mucha gente que logra tocar los solos de esa gente, pero un solo de Coltrane es único, no se puede repetir lo que vivió esa gente y la razón por la que soltó ese solo.
Nosotros tenemos nuestra propia realidad.
Vamos a interpretarla.

Cuando entras a trabajar con músicos como los que he trabajado en mi banda, cuando te topas con esa gente con un espectro de vivencias puedes hacer cosas buenas. Pero cuando llegas a tocar así por tocar, "que si hacemos este tema de fulano, o el otro del otro", tu dices, sí, caballero, pero tenemos una posibilidad que nos han dado el Señor, los espíritus y los ancestros de poder crear nuestro propio mensaje, que en realidad no es nuestro, es que estamos transmitiendo un mensaje que viene de otro lado. A veces es fácil agarrarse de lo que está hecho, -aunque hacerlo bien puede resultar muy difícil-. Tocar Monk como lo hacía él... yo prefiero no tocarlo. De Coltrane... de Miles... Hay mucha gente que logra tocar los solos de esa gente, pero un solo de Coltrane es único, no se puede repetir lo que vivió esa gente y la razón por la que soltó ese solo. Nosotros tenemos nuestra propia realidad. Vamos a interpretarla.

En fin, cuando te topas con músicos como los que me he topado yo en mi banda, Elliot, Will, Geoff, Sheldon, te das cuenta que hay que ir a buscar a la gente que quiere transmitir el mensaje que nos manda la diáspora africana. Este es nuestro caso. El caso de Sheldon, que tiene cosas húngaras, turcas, toda una espiritualidad. Él es así.
Elliot tiene cosas de Nicaragua, porque su madre es nicaragüense y son cosas que tú puedes pensar que no salen, ¡pero están ahí!
Cada uno trae un conocimiento importante porque han estudiado mucho, pero traen también otra cosa. Aquí no hay que hablar. Por eso no ensayamos. Cada uno es cada uno. Lo importante es mirar a África. No importa si somos negros, blancos, chinos o azules, porque si tú miras un poco más profundo, es uno de los continentes más viejos.

 
  África, áfricas  
No vi tan complejo, esto de encontrar un puente entre la música del norte de África y del resto del continente.
Mucho más me costó conseguir la visa para Marruecos -mi pasaporte cubano, aunque ya no sé si soy cubano o qué cosa, hace que necesite visa hasta para ir al baño.

Hoy estaba un cura almorzando con nosotros, amigo de mi suegra, y me decía, pero África tiene muchas tribus, y todo el mundo se está peleando. Y le contesté: "El asunto es que yo miro a África como una raíz ancestral de todos los que se han ido y han dado lo que hoy es la música. El ritmo básico. Que es más fuerte que la división de territorios que casi siempre es producto de ambiciones. Si hay algo que tiene África es que todo el mundo baila. Todo el mundo danza... el ritmo, la percusión, los tambores, tienen una fuerza vital en África". Quizá también sea yo un poco naif, un poco soñador, al tratar de buscar la diáspora africana, pero ese sueño me hace encontrar mi raíz. Muchos europeos saben que vienen de la dinastía de Luis fulanito que era el conde de no se qué. Pero los africanos, mucha gente, incluso tú quizás, fueron despojados de su árbol genealógico.

Yo estoy buscando un concepto que hoy se refleja en la música, y al entrar en ese camino, doscientos años hacia atrás, llego a mi árbol genealógico. Porque los espíritus no son más que un eslabón ligado con otro y así sucesivamente. Esa es la teoría de la reencarnación. El espíritu hace que haya una personalidad que tenga paralelo con una realidad...

Thelonius Monk es una persona que me toca. Hace rato que no lo escucho pero es alguien que está ahí. Eso pasa con esa búsqueda de África. No es buscar tu propio yo. Es buscar esa raíz que da un árbol que da ramas... Y yo sea quizás una célula de alguna hoja, y por qué no tratar de llegar a esa raíz. No sé qué es, pero la busco.
Por eso en Prietos hay música gnawi. La conocí gracias a El Houssaine Kili, que me mostró la música del norte de África.

No vi tan complejo, esto de encontrar un puente entre la música del norte de África y del resto del continente. Mucho más me costó conseguir la visa para Marruecos -mi pasaporte cubano, aunque ya no sé si soy cubano o qué cosa, hace que necesite visa hasta para ir al baño.
Kili me invitó a Marruecos -ahí me sentía como en casa-. Iba al mercado y me hablaban en su lengua. La gente y yo sentíamos la misma energía.
Me puse a estudiar con Kili los colores de las fiestas. Yo siento, quizá esté equivocado, que la unidad es indisoluble porque somos hijos de la misma madre, África. La música gnawi viene de África.
Si tu escuchas la música de Bali, tiene un paralelismo total con la música gnawi.
Vamos para otro lado: Si escuchas una orquesta sabar en Senegal, esos tambores batá, tú dices... -no te voy a decir que los toques son iguales; no lo son- pero si estás abierto para sentir el paralelismo, está ahí. Yo lo miro con esa visión.

Me siento africanista que es diferente que ser africano, que tiene que ver dónde naciste. Yo soy cubano, que Cuba es uno de los hijos prodigios de África, el otro es Brasil.

 
  Estados Unidos en negro  
Hay conceptos nuevos como el hip hop que me parece que es bastante africano en lo que es el beat, la repetición, tratado de manera occidental. El jazz como género musical es en parte de África, pero tiene mucho de occidente. De hecho la fuerza del tambor está relegada. A los negros que llevaron a Estados Unidos les quitaron el tambor durante la colonia y en esa medida les quitaron tradición.
Hay conceptos nuevos como el hip hop que me parece que es bastante africano en lo que es el beat, la repetición, tratado de manera occidental.
Sí existe África en Estados Unidos, lo que pasa es que ahí hay mucha marginación del negro. Antes ni hablar, ahora, más solapadamente. Eso hace que mucha gente vaya directo a buscar las raíces, pero otros tratan de meterse en la sociedad para ser reconocidos. Y eso es ir en otra dirección.
Hay gente que sí va hacia África y eso se puede ver en ciertas realidades artísticas, la pintura, la música, pero es tan poderoso el sistema que te traga, te come vivo y te hace convertirte en uno más.
Yo no estoy en contra de eso, el problema es que no se te olvide de dónde vienes.
La sociedad se empeña en que lo olvides.
 
  Oakland  
San Francisco es cheverísimo, pero en Oakland el contacto fue con el pueblo, la gente de la calle, con mi vecino.
Esa es una realidad más poderosa que el contacto que te da el de los músicos.

A mí me gusta Estados Unidos. Me gusta Oakland por esa fuerza negroide que hay. Hay una tradición y mucho por hacer en plano de la raíz africanista que hay. Ahí nacieron Los Panteras Negras. Musicalmente hay cosas pasando muy interesante y más que todo underground. En las calles se siente el pueblo. San Francisco es una ciudad bella, pero tiene algo de decorado. En cambio Oakland es fuerte, y me gusta eso. Cuando salimos de Oakland nos fuimos, mi mujer y yo, a Ecuador, por asuntos familiares. Al llegar ahí me entró una depresión violentona, sobre todo porque me iba a resultar complejo organizar algo como lo que había hecho en Estados Unidos.

Desde que llegué a California yo quería vivir en San Francisco, pero no me alcanzaba el dinero, así que nos fuimos para Oakland. Me sentía parte. San Francisco es cheverísimo, pero en Oakland el contacto fue con el pueblo, la gente de la calle, con mi vecino. Esa es una realidad más poderosa que el contacto que te da el de los músicos. Porque los músicos son gente que ya han saltado una valla. Mi vecino de Oakland era un tipo normal de la calle; casi ni trabajaba. No sé qué hacía, tal vez el pensaba lo mismo de mí. A veces se perdía una temporada, y era que estaba en la cárcel.
Yo ahí me encontré más con el pueblo que en La Habana. Lo que sentí fue un apego a mi raíz. Era gente que estaba luchando por sobrevivir. Ahí tuve contacto fuerte con la negritud norteamericana
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Latino

 
Al principio me fue muy difícil encontrar afinidad en la negritud norteamericana. Y así como sentía esto con los negros, con los latinos, de donde fueran, sentías que había una unidad.

Al principio me fue muy difícil encontrar afinidad en la negritud norteamericana. Y así como sentía esto con los negros, con los latinos, de donde fueran, sentías que había una unidad.

Con los primeros que trabajé en Estados Unidos fue con cubanos. El primero fue Félix Fito Reinoso, una bella persona y que lleva a Cuba encima. Él me puso a tocar con su grupo. Ahí fui conociendo el ambiente. Había que luchar. Toqué con todo el mundo hasta La pollera colorá. A veces inventábamos cualquier cosa. Hasta nos pasó una vez que estábamos en una fiesta y el que nos había contratado nos dijo "Váyanse de aquí rápido antes de que les caiga a tiros". Un amigo loco colombiano me llamó "vente a tocar aquí, hay tanto pa'eso". Había que pagar la renta así que allá fui y la cosa salió desastrosa.

A través de los grupos de salsa fui conociendo algunos músicos que además de salsa hacían otras cosas que me introdujeron a otros músicos y otras músicas. Tocábamos en mi casa y hacíamos unos jam excelentes. Nunca tocamos en público pero esa conexión me abrió... era como terapia.

 
  Hambre de capitalismo  
He vivido en muchas ciudades, Camagüey, La Habana, Quito, San Francisco, Oakland, Palma de Mallorca, Barcelona...
Depende de qué ciudad, influye mucho en la música que uno hace.

He vivido en muchas ciudades, Camagüey, La Habana, Quito, San Francisco, Oakland, Palma de Mallorca, Barcelona...
Depende de qué ciudad, influye mucho en la música que uno hace.

A mí me gusta el barrio donde vivo aquí en Barcelona. Si algo me gusta de esta ciudad, es que es bella. No te puedo decir que he sentido algo en el plano de raíz musical que me mueva, como lo sentí en Ecuador. Ahí no lo pude absorber como hubiera querido porque estaba recién salido de Cuba y tenía un hambre de capitalismo y de otro montón de cosas que me puse a trabajar como loco y a ver algunos frutos, económicamente hablando. Hasta me puse hacer jingles para televisión y yo me decía "Oye, cómo da dinero esto". Por treinta segundos de música me pagaban un montón. Y me metí de cabeza en eso, hasta que mi mujer me dijo que escogiera entre los jingles o ella, porque me agarró como una droga eso de los jingles.
También estaba haciendo música con otra gente, pero ella me hizo ver, como me ha hecho ver tantas cosas, que ese trabajo era como una pequeña parte de la palabra prostitución, porque estás dando algo que tú crees que eres tú. Pero no, es el cliente. Y tienes que aceptar lo que dice un tipo que seguramente no tiene ni idea de qué está hablando, en lo que a música se refiere, y no discutir con él.

Mi deseo de no seguir en eso determinó mi salida de Ecuador. Me llamó una amiga que tenía un trabajo en Palma de Mallorca con Luis Depestre, un músico impresionante, saxofonista. Fui y ahí empezó todo. Después tuve que salir porque se me vencía la visa. No podía regresar a Ecuador, también por asuntos de visa, así que llegué a Estados Unidos, con una visa de turista. Ahí empezó mi etapa en Estados Unidos.

 
  Del cuero a las teclas  
La visión que tengo del piano es como 88 tambores. Incluso en esta sinfonía que estoy componiendo, en el primer movimiento, toda la visión de la orquesta es de ritmo.

En Camagüey y La Habana yo estudié percusión clásica. Y por eso te digo, maferefun Egun, maferefun la Ocha y maferefun los espíritus. Yo me pasé al piano porque los espíritus querían. Me acuerdo de la primera cosa que me gustó en piano fue Bacalao con pan de Irakere.

La visión que tengo del piano es como 88 tambores. Incluso en esta sinfonía que estoy componiendo, en el primer movimiento, toda la visión de la orquesta es de ritmo. Eso es lo que he sentido yo. En Cuba siempre estuve metido en el mundo clásico.
Del jazz me gustaban algunas cosas que nos llegaban, algunos festivales de jazz, Irakere, Gonzalo Rubalcaba, el difunto Emiliano Salvador... Que todos tuvieron de eso, pero yo no había saltado a la raíz, que era Afrocuba, Los Muñequitos, el Folklórico Nacional. De niño sí quise ser bailarían folklórico. Ahí veía la posibilidad de expresar a través de tu cuerpo, que es lo más fácil. A mí me gusta bailar, aunque ya no lo hago. El piano llega por una necesidad de ellos, los espíritus, de decir un mensaje a través de esta humilde persona.

En La Habana yo escuchaba de todo, Earth Wind and Fire, Brecker Brothers, Kansas, Chick Corea, Return to Forever, Herbie Hancock, escuchábamos lo que podíamos porque eso sólo se conseguía en cassettes que traía la gente. Por ejemplo el hijo de Dagoberto el de la Aragón, que estudiaba conmigo, como el padre viajaba, le traía libros de armonía contemporánea y yo me le pegaba ahí...
Uno de los discos que me impactó, que para mí fue antológico fue Paquito en Finlandia. Además mi padre tenía discos de Count Basie, de Louis Armstrong, de Bebo Valdés, del grupo Los Amigos, de Frank Emilio solo, uno de Chucho solo, Pianoforte, muy buen disco. Muchas cosas de Nat King Cole.

 
  La Habana underground  
Cuba es interesante.
Ha habido censura pero también cierta apertura.
Aunque ha habido gente que la han metido presa y otros que han tenido que irse.
Pero hay formas.
Por ejemplo, con Xiomara Laugart, que es una muy famosa -llenaba teatros cuando quería, era una intérprete excepcional- hacíamos cosas en un circuito cerrado, underground, que era bien potente.

Estuve en Angola, Etiopía y Nicaragua en el ejercito, porque me tocó el servicio militar. En Angola murieron más de treinta mil cubanos. A mí, afortunadamente, no me tocó echar tiros.
De ahí fui a trabajar con Vicente Feliú con quien estuve de gira en Nicaragua en plena guerra. Aprendí mucho de la vida ahí. Cómo asume la gente, a pesar de las dificultades, la voluntad de seguir viviendo; mutilados, heridos...
Después empecé a trabajar con Xiomara Laugart. En ese momento estaba ya manteniéndome al borde, es decir, que empezamos a hacer con la música lo que más podíamos. Con la censura estuvimos ahí a punto.
En esa época te cogían con un dólar y te salían veinte años de cárcel.

Cuba es interesante. Ha habido censura pero también cierta apertura. Aunque ha habido gente que la han metido presa y otros que han tenido que irse. Pero hay formas. Por ejemplo, con Xiomara Laugart -llenaba teatros cuando quería, era una intérprete excepcional- hacíamos cosas en un circuito cerrado, underground, que era bien potente. Pero no había una compañía de discos, no había nada. Cuando empezamos a viajar, nos empezamos a prostituir y comenzamos a hacer música de cabaret. No me arrepiento, porque por primera vez pude tocar mi música fuera de Cuba.
Xiomara vive en Nueva York ahora.

 
  John Santos  
 

Con John Santos me encontré por casualidad. Bueno, nada es casual, las casualidades son mensajes y mandamientos de los espíritus. Son cosas que están escritas. Íbamos a tocar en un club en San Francisco y al percusionista, que era Jesús Díaz, ese día le salió un trabajo con Andy Narrell y no pudo ir. John apareció de remplazo y como no teníamos suficientes números preparados, quien dirigía la banda nos dice "Oye, tóquense algo ustedes dos ahí". Pues, venga. John cogió el chekere y salió algo muy rico. Al día siguiente nos llamamos por teléfono casi al mismo tiempo. Él me llamó antes porque tenía que salir, pero yo lo iba a llamar, y me dice. "Compadre, yo me quedé... Estoy enganchado, creo que nos comunicamos rico". De ahí salió un festival de jazz en San Mateo, California, compartiendo con orquestas completas. Nosotros, piano y percusión, pudimos llenar, y gustar, ese pequeño estadio. Nos sentimos muy bien. Muy cómodos. Después vino el disco. Teníamos un toque y yo le dije a John, mira, tengo un Dat. Vamos a grabar esto. Y salió algo bueno. Le dije a John, "Mira, me gusta esto. ¿Quieres sacar el disco con la compañía?" Y ahí está el disco, Nfumbe, producido por Scott Price.
Teníamos un concierto para el Festival de Jazz de San Francisco, así que apuramos la marcha y salió el disco. A mí me gusta mucho.

Hemos seguido trabajando, aunque ahora se nos hace más complejo porque él tiene una agenda muy ocupada con lo de Machete Ensemble, y gracias a Dios me invitó a tocar en dos temas de su último disco.

 
  Europa  
Siento que al África estar presente en Europa con tanta fuerza, algo se va a dar. Esa gente se está mezclando con sudamericanos. En su esencia.

Estando en Europa la carrera es un poco más interesante. Francia y Alemania se está moviendo. Europa tiene mucha cultura y hay espacio para este tipo de cosas y muchas veces presupuesto. Y, además, siento a África más cerca. Aquí se siente mucho más que en Estados Unidos.

Hasta aquí en Barcelona sientes a África aunque no es el lugar más representativo.
París tiene más unidad multicultural que Nueva York donde cada etnia está en su parte. París es el plato donde se está cocinando algo que viene. Ahí y en Holanda, quizás. Hay una interrelación.
Siento que al África estar presente en Europa con tanta fuerza, algo se va a dar. Esa gente se está mezclando con sudamericanos. En su esencia.

Yo no soy quien para determinar si Europa está más activa que Nueva York, pero es lo que siento. Yo huelo la raíz en París. En Nueva York huele también. Todo es compacto. El asunto es que ahí tal vez se pierde a veces la sensibilidad. Ahí todo el mundo tiene que ver quién es el que la pone.

 
  Salsa  
La salsa es ese producto y la salsa es Fania. Un tipo que olió. La tiró donde había una carencia. La música cubana ha estado ahí siempre, pero se le dio una vuelta.

Yo sentí lo que era la salsa cuando conocí a Yuri Buenaventura. Un filósofo. Me invitó a tocar con él en un concierto que tuvo en el Olimpia. Toqué en un tema. Cuando vi su show y sentí y respiré lo que era eso, me dije: "La salsa existe, brother" y él me decía: "esto es una filosofía". No hubo peros, porque lo sentí así. Yo no hablo por los demás. Porque es verdad que la salsa tiene muchísimo de son montuno, pero es a fin de cuentas un punto de encuentro entre cubanos, puertorriqueños y otros latinos que se fueron a Nueva York y ahí se encontraron con los músicos norteamericanos y salieron todas esas cosas.

La música cubana ahora tiene muchas cosas de funk. La actual. Y Buena Vista da el palo porque retoma los conceptos de los años cuarenta puros, lo que fue Cuba. Es como si el espíritu de Maelo salga ahora. A mí me parece que Puerto Rico es lo mismo que Cuba. Es lo que siento.
La salsa es ese producto y la salsa es Fania. Un tipo que olió. La tiró donde había una carencia. La música cubana ha estado ahí siempre, pero se le dio una vuelta.

 
  Rubén, Compay, Arsenio, Lilí...  
  Lo de Buena Vista a mí me parece un paso atrás importante. Un paso atrás que te hace reconocerte. Además de ser una oportunidad para un montón de gente que merecía reconocimiento. Y no sólo los que están ahí, sino también un reconocimiento a muchos que no tuvieron la dicha de tenerlo en vida como el difunto Arsenio Rodríguez, el difunto Lilí Martínez, el difunto Peruchín, el difunto Chapottín, el difunto Miguelito Cuní, el difunto Barbarito Diez, el difunto Tito Gómez. Hasta me dan ganas de llorar...
Por lógica de tiempo le tenía que tocar a Rubén.
 
  Monk, Miles...  
Yo estoy de acuerdo con la afirmación de que Monk era un rumbero. La forma en que él construía la música.
Sonaba como quinteando.

Yo estoy de acuerdo con la afirmación de que Monk era un rumbero. La forma en que él construía la música. Sonaba como quinteando. Había una cosa que iba como caminando para atrás. Algo que admiro de Monk es que siempre fue él. Fue por su camino. Alguien dijo que a Miles no le gustaba tocar con Monk porque decía que no sabía acompañar.

Miles Davis tocaba una nota, pac. A veces tocaba cuatro notas en todo el concierto, pero sólo su presencia, sólo su energía hacía posible que la gente vibrara, lo que él no podía hacer personalmente si hablaba contigo. Eso le pasa a Roy Hargrove, pero cuando toca una nota, tú dices, ¡Dios santo!, pero es introvertido, y difícil.

 
  Piano  
Hay muchos músicos geniales que hacen música como jazz en el plano filosófico y no sólo como género musical. Desgraciadamente eso les impide casi siempre acceder a compañías grandes.

El asunto es decir algo, más allá de si tocaste limpio o tocaste sucio.
Antes no se podía editar. Ahora picas, pones la computadora, quitas esta nota, pones otra. Pero hay una cosa mágica: El piano es muy difícil de editar por el sostén del pedal, y tiene que ser lo que tocaste.
A veces hay que hacerlo rápido porque la producción lo exige y no tienes tiempo. Pero una cosa que voy cada día más es a lograr "eso fue lo que tocaste" como decía Thelonius Monk. Es que el disco no es más que registrar un momento. Es ese momento. En este tipo de música, en el jazz como filosofía. Porque en el momento que tú quitas la filosofía y te metes en la perfección, editas todo perfecto y la gente dirá "mira qué bien toca, qué rápido, qué limpio toca..." pero eso ya no es jazz como filosofía.

Hay muchos músicos geniales que hacen música como jazz en el plano filosófico y no sólo como género musical. Desgraciadamente eso les impide casi siempre acceder a compañías grandes.

Mis discos de piano solo es como cuando estás soñando y saltas de un sueño para otro. Es como cuando tienes hambre pero sólo te dan un vaso de agua. Y lo disfrutas. Para mí los disco de piano solo son muy introspectivos. Yo grabé Inside antes de Bembón porque me iba de Estados Unidos...

Entrevista realizada en Barcelona, España, en diciembre de 2000
  Datos biográficos  

Omar Sosa (Camagüey 1965) estudió en la Escuela Provincial de Música en Camagüey desde 1970 hasta 1977. Desde 1977 hasta 1983 se especializó en percusión en la Escuela Nacional de Música en La Habana y en 1984 estudió percusión en el Instituto Superior de Arte también en La Habana.

Desde 1983 hasta 1985 enseña percusión para niños en la Escuela Provincial de Arte en Manzanillo y en La Habana.

1986. Funda el grupo Tributo que se mantiene activo durante dos años. Con el grupo lleva a cabo dos proyectos de grabación y se encarga de los arreglos y la orquestación.

1988. Comienza como director musical y tecladista del cantante cubano Vicente Feliú. Arregla y produce la música para el disco Arteporética de Feliú.

1990. Forma el grupo XL Talla extra con la vocalista cubana Xiomara Laugart. Le produce el disco y sale en gira a México y España donde participan en las ceremonias de clausura de la Expo Sevilla '92.

1993. Se traslada a Quito, Ecuador. Forma y ejerce como director musical y tecladista del grupo de jazz fussion Entre Noz. También trabaja con la Orquesta Sinfónica Nacional de Ecuador y la Banda Sinfónica del Municipio de Quito.

1994. Pasa a ser director musical del grupo de música afroecuatoriana Koral y Esmeralda que cuenta con la cantante Carmen González. Arregla música para el grupo y produce el disco del grupo Andarale. También produce para Ricardo Williams, Leo Mass y el grupo Vino y Miel.

1995. Se une al grupo Koan Fuisión con el que toca durante seis meses en Palma de Mallorca, España. A finales de ese año se traslada a San Francisco y toca con varios grupos latinos en el área de la Bahía.

1996. Hace su debut en solitario con el disco Omar, Omar (Price Club/Night & Day) y actúa en el San Francisco Jazz Festival.

1997. Desarrolla su propio grupo y graba su segundo CD, Free Roots (Price Club/Night & Day) -en el que participan 14 músicos incluyendo varios de los que actualmente forman su grupo- que fue seleccionado por Rémy Kolpa Kopoul como álbum del año en Francia. Participa en varios festivales en Estados Unidos.
Durante ese mismo año, comienza su colaboración con el afamado percusionista John Santos. Juntos graban el disco Nfumbe (Price Club/Night & Day), que registra una actuación en vivo en el San Francisco Jazz Festival. El dúo hace una extensa gira por Estados Unidos.

1999. Lanza su cuarto CD titulado Spirits Of The Roots (Otá Records/Night & Day), como siguiente paso de Free Roots. El disco incluye a más de 30 músicos donde destacan Pancho Quinto, Orestes Vilató y la posteriormente famosa Anastacia haciendo R&B voces en 5 tracks.
Con este disco y un espectáculo preparado para sexteto, hace gira por Francia y otros países de Europa, incluyendo el North Sea Jazz Festival en Holanda.
A finales de 1999 lanza su segundo disco de piano solo titulado Inside (Otá Records/Night & Day).

2000. Completa la trilogía Roots, donde Sosa mezcla diversas manifestaciones musicales y religiosas de la diáspora africana, con el CD Bembón (Otá Records/Night & Day), grabado en Ecuador, con su habitual grupo más invitados de lujo como John Santos, Pancho Quinto, Orestes Vilató, María Fernanda Márquez y Guillermo Allovi Papá Roncón, entre otros.
A finales de ese año, pero con lanzamiento comercial en marzo de 2001, graba Prietos, el primero de la siguiente trilogía de Sosa, que pretende completar con Puros y Padres en sucesivas ediciones. Tiene programada una extensa gira Europea que incluye Francia, Suiza, Turquía, Alemania, Italia, Austria, Estonia, Bélgica e Inglaterra.